domingo, 6 de mayo de 2012

Nunca llego a conocerme del todo.

A pesar de que el ser humano sabe que está rodeado de cosas hermosas, personas que le admiran y le quieren por lo qué es y punto, insistimos en complicarnos día a día la mente. Quizá el problema sea que no tratamos a todo el mundo por igual, qué hay personas que se clavan muy hondo en nuestras vidas pero sin embargo otras que pasan desapercibidas. Las qué se clavan tan hondo, nos duelen, por qué llegamos a conocerlas tanto que nos damos cuenta de la real imperfección del ser humano. Aún así las llegamos a querer por ello. Por defectos y virtudes a partes iguales. Cuando esa forma de ser nos daña, actúa nuestro sentido común para decidir si eso nos conviene o no. ¿Sabéis cual es la lástima? Cuando el sentido común queda totalmente abordado por el amor ciego. Ese amor que no entiende de defectos, ni de sufrimientos. Amor incondicional que nos acompaña día a día. Amor que nos envuelve en un halo de ilusiones para dejarnos caer fríamente cuando se acaba.
Entonces, empezamos a ver los defectos, comenzamos a darnos cuenta de cómo son en realidad las cosas, bajamos los pies a la Tierra, y maduramos.


Aprendemos a caminar a base de caídas, pero aún así, es hermoso haberse sentido enamorado alguna vez..

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